miércoles, 9 de septiembre de 2015

Funchal, la dama de la isla jardín

 #FunchalIsCalling

Puertas que cuentan historias y nos obligan a hacernos preguntas. Callecitas que suben, bajan y vuelven a subir. Flores. El brownie más rico del mundo. Más flores. Un águila que nos mira y nos obliga a fotografiarla. Sombreros típicos memorables. Wifi público gratuito. Silencios con música. ¿Excentricidades?




Desde el momento en el que hacemos pie en la capital de la isla de Madeira es importante mirar para abajo. ¿Por qué? Porque pequeñas piedras blancas, negras y grises arman pintorescos dibujos que le brindan a la ciudad una identidad inolvidable. Mientras algunos la conocen como la cuna del futbolista Cristiano Ronaldo, otros la descubrieron simplemente porque estaba en el itinerario de su crucero. Y, sin dudas, se llevaron una linda sorpresa.


Lo que pasa es que Funchal tiene una personalidad algo bipolar y difícil de describir. Podría ser definida como una ciudad excéntrica que se disfraza de tradicional y que encanta por su colorido, arquitectura y aparente tranquilidad. La experiencia demuestra que es posible visitarla en crucero dos veces con un año de diferencia y vivir una sensación de túnel del tiempo. Más de 365 días después nos recibe la misma ciudad,  los mismos personajes callejeros y prácticamente las mismas condiciones metereológicas. Aquella mañana primaveral de clima mediterráneo que tímidamente decide poblarse de nubes, cada vez más oscuras. 

Para comenzar, vale la pena desembarcar muy temprano y perderse entre las callecitas del centro histórico. La atmósfera matinal, cuando la ciudad portuguesa recién comienza a abrir los ojos es especial. La luz del sol se filtra en todos los rincones y rebota en aquel empedrado inolvidable que amerita una fotografía. Los bares y negocios del mercado se preparan para la jornada turística y el paseo por la zona Velha do Funchal se llena de colores y de originalidad con sus puertas pintadas. Así, nuestra afitriona nos muestra una de sus facetas más encantadoras: la artística. En esas puertas se materializa la creatividad de los autores de la isla y se combinan diversas técnicas y temáticas. Esta “galería a cielo abierto” es una de las fotos más memorables y se potencia con muchos otros emprendimientos artísticos gratuitos. 


Una de las industrias principales de la isla es la cestería. Por eso podría no desconcertarnos que la atracción turística más conocida y adrenalínica de Funchal sea la de los Carros de cesto do Monte, una bajada en trineos realizados de mimbre impulsados por dos lugareños con vestimenta típica. Sin embargo, esta tradición sí nos sorprende por su originalidad. A modo de comparación matemática, el carro es a Funchal lo que la góndola es a Venecia, pero con menos romanticismo y más acción.



Un teleférico nos lleva desde el centro hasta el lugar donde se toma el trineo (30 euros por pareja o 25 por persona). La vista durante el ascenso hace lucir la prolijidad de los techos anaranjados de Funchal con los cruceros atracados en el puerto.  Antes de bajar se puede visitar la iglesia Nossa Senhora do Monte y el Jardín Botánico Tropical do Monte, famoso por las especies que presenta.



El centro de la ciudad cuenta con una gran variedad de negocios de todos los rubros, shoppings y no faltan los enormes locales de las tentadoras chucherías chinas. Encontramos desde tiendas de pescados hasta boutiques de moda y diseño o rincones donde es posible hacerse un tatoo funchalense. Sin embargo, lo que asombra de Funchal son aquellos detalles peculiares: Licores y vinos con botellas con formas de personajes típicos, una veterinaria que exhibe en su vidriera pequeños pollitos teñidos de colores, souvenires de los gorros puntiagudos tradicionales, un águila que con toda elegancia y tranquilidad posa para las fotos en una de las calles más bellas e importantes.




La Avenida Arriaga se extiende desde la Sé do Funchal, la catedral, hasta un boulevard con una hermosa rotonda  frente a la que nos recibe una siempre bienvenida tienda de H&M. A la altura de la catedral, el wifi público alcanza su apogeo por la calidad de su señal y la simplicidad para su acceso. La avenida es amplia, luminosa y sus cafés con música hacen que se transforme en otra de las fotos que Funchal impregna felizmente en nuestra memoria. La arquitectura de esta zona es especialmente característica y prolija. Se destaca el atractivo edificio del Banco de Portugal que encarna la identidad de la capital portuguesa. Y es justo allí, deslizándonos por aquel camino de mosaicos encantadores, que llegamos a uno de los espacios que encandilan al viajero y que nos invitan a hacer una pausa memorable. Estamos en los jardines municipales, en flor los 365 días del año, uno de los tantos lugares donde Funchal se transforma en un paraíso de colores.  Una pequeña cascada crea un hermoso arcoiris que hace juego con las tonalidades del entorno. Sobre la avenida, justo en frente se encuentra The Ritz, un restaurant histórico de Funchal que se destaca por su fachada cubierta por  mosaicos portugueses típicos azules y blancos. Allí se sirve el brownie más rico del mundo, merecedor de otro artículo especialmente dedicado.







¿Y el paseo en la carabela de Colón? ¿Y el bus turístico? ¿Y las casitas típicas de Madeira? ¡Siempre queda tanto por visitar!

Al volver a la nave llega la nostalgia ya conocida. Funchal es desde el mar un puerto de edificaciones bajas, entre montañas verdes rodeadas de nubes intrigantes. Con las últimas fotos al panorama llega un tenue sentimiento de culpa. La gran deuda del crucerista: descubrir lo que una Funchal nocturna tendría para contar.

#TheMapIsCalling



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