lunes, 28 de septiembre de 2015

Vaticano: ¿Cómo hacerse pasar por familiar del papa?

Plaza de San Pedro. 10  AM. Año 2013. Mes de abril. El primer papa latinoamericano fue elegido hace poco más de un mes y todos los argentinos presentes en ese lugar emblemático no podemos ocultar nuestro orgullo y entusiasmo. ¡Perdón! ¡Me equivoco! No solo los presentes y no solo los argentinos.

#VaticanCityIsCalling



En los últimos días el tema del momento es Francisco, el papa que despierta un frenesí comparable al de una estrella de rock. Durante su gira histórica a Cuba y Estados Unidos, hasta sus tropezones son noticia.

Cuando nombran a Francisco siento que hablan de un conocido de toda la vida.  Recuerdo el día que lo saludé cuando dio misa en mi escuela y también cuando confirmó a mi hermana. Todavía no puedo creer que nuestro Jorge Bergoglio se haya transformado en una figura de tanta influencia a nivel internacional.

La mañana de miércoles en la Ciudad del Vaticano era fresca y soleada. Cuando finalmente hicimos pie en la plaza, sentí que todo era más chico de como me lo imaginaba. Pasamos unos cuantos vallados y nos ubicamos a la derecha del obelisco central, junto a un grupo de feligreses italianos con gorras amarillas.



Mientras las sillas que esperaban a los asistentes de la audiencia comenzaban a llenarse, aproveché para admirar los detalles de aquel edificio imponente. Es extraño ver por primera vez un lugar que ya visitamos tantas veces “virtualmente” a través de los medios de comunicación. Lo recorrí con la vista para tratar de captar detalles a los que nunca había prestado atención. Haciendo zoom con mi cámara quedé fascinada con las expresiones de las estatuas de los santos que rodean la plaza como centinelas.



Banderas de todas partes del mundo. Carteles y globos blancos y amarillos. El ambiente festivo y colorido me hizo sentir en una hinchada deportiva en la que todos estaban del mismo lado. Cada uno de los presentes desbordaba felicidad y ansiedad porque estaba por estrenar papa en aquel contexto emocionante.

“Benvenuto fra noi, papa Francesco”, leían unas banderas con los colores papales que incluían la foto del homenajeado. Durante la espera, comenzamos a hacer sociales con las integrantes del contingente de gorra amarilla. El distintivo llevaba la inscripción “Parrocchia di Cesano”. El grupo, que tenía preparada una enorme bandera argentina, era liderado por un joven religioso a quien muchas de las señoras abrazaban y tocaban con exagerado fervor. 

-Nosotros lo conocimos- comentó mi mamá a una de las italianas- Él confirmó a mi hija menor cuando era obispo.

En un instante, las palabras de mi madre despertaron un torbellino de euforia.

-¡Parientes del papa Francisco! – vociferaba la señora- ¡Argentinos! ¡Son parientes del papa!

Se creó un pequeño revuelo y un momento en el que nos sentimos protagonistas. La noticia se expandió como un efecto dominó y las filas de adelante y de atrás se dieron vuelta para saludarnos y tocarnos. Aclaramos repetidas veces que no éramos familiares pero eso no detuvo la explosión entusiasta y los gestos afectuosos. La escena había sido algo vergonzosa pero muy memorable. 

Avanzada la audiencia, cuando finalmente Francisco inició su recorrido en papamóvil al aire libre para bendecir, la multitud estalló en gritos, saludos y canciones en todas las lenguas posibles. A la distancia, era complicado filmar o fotografiar al pontífice porque la velocidad del vehículo lo hacía parecer un verdadero papa correcaminos. En el gentío, se hacía difícil distinguir a la nueva figura mundial, nuestro “pariente” Bergoglio.



La visita había sido más interesante e emocionante de lo que habíamos imaginado. ¿Quién lo hubiera dicho? Acabábamos de presenciar una de las primeras audiencias al aire libre del nuevo jefe mundial de la Iglesia  y además, habíamos tenido nuestros quince minutos de fama. 

#TheMapIsCalling



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